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El duelo y la melancolía (página 2)




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

La función
que se había planeado a comenzar a las 8:30 P.M., nunca
tendría lugar, ya que a las diez, cansado de esperar a que
algún alma llegara,
René, el marido, le dijo: "Sussie, despidamos a los
músicos y paguemos a los mozos, es hora de cerrar e irnos
a dormir…"

Al día siguiente, la joven y abatida
mujer,
despertó de un estado
comatoso, inducido por una sobredosis de Duloxetina — la que
estuviera tomando por unos meses, desde que visitara un
psiquiatra. Esta visita sería a la sazón de haber
perdido su padre y un hermano en un accidente náutico. El
doctor le aseguró, dándole unas muestras para
introducirla al fármaco, que "estas capsulitas te van a
quitar la pena y te cambiarán la vida".

Nuestra amiga, al recuperar la consciencia,
pronto comprendió, que estaba en una clínica bajo
cuidado psiquiátrico y que, por supuesto, se la
consideraba suicida. Siendo así, la sociedad, la
"protegería", manteniéndola encerrada, aunque, por
así hacerlo, contravendría los elementos
básicos del pensamiento
del renegado alienista, Thomas Szasz.

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Hombre viejo en duelo por
Vincent Van Gogh

La joven mujer, obedeciendo sus captores y
adaptándose a sus caprichos, logró salir
prontamente de la clínica, no sin antes conocer a un
médico que le aseguró del hecho de que las
depresiones eran situaciones bioquímicas y de que las
píldoras eran esenciales para ella, recetándole
otro antidepresivo. La "actitud
imperial", de este renombrado "fantoche" — recordaría
Sussie — rendía tributo a un nombre de emperador romano,
porque se llamaba "César" — las reminiscencias, de
sorprendente manera, hacen juegos
extraños de nuestras recolecciones, como lo hiciera con
las memorias que
Sebald nos legara.

César o Augusto. Con un nombre
así, cualquier recién nacido, llegará muy
lejos — piensan, al bautizar al hijo, algunas mamás —
por lo menos — así quizás, reflexionaría
la de Augusto Pinochet.

"Las píldoras, lo que hicieron fue
abobarme", diría nuestra amiga más adelante, luego
de descontinuar su uso.

Lo que sucedió, de inesperada
manera, sería que, para lograr interrumpir el
fármaco, Sussie tuvo que padecer muchos de los
síntomas desagradables del síndrome de
abstinencia.

Esos síntomas son muy comunes con
los nuevos antidepresivos-serotonina-específicos, cuya
exagerada eficacia se
cuestiona y cuyos efectos secundarios se acumulan, tanto en el
cuerpo de quienes los usan, como en el cúmulo de la
literatura donde
estos hallazgos se reportan.

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Hombre neandertal entierra sus
muertos

En seguida conoceremos a Annie y a su
compañera

Annie, de estado civil "jamona" (por
admisión propia), había alcanzado mucho éxito
en la fundación de una cadena de tiendas para la venta de alimentos y
medicinas dietéticas naturales.

Viviría, por algunos años con
Jimmy y sus perros. Jimmy era
su único hijo, quien exhibiera síntomas del
síndrome de Tourette, y, quien fuera resultado de un
matrimonio
fallido con un entepreneur exitoso. Cuando se
divorció del marido, Annie decidió hacerse
"nutricionista" y dedicarse al manejo artificioso de las dietas para
adelgazar y a la venta de, las llamadas, "comidas
naturales".

En el asunto de las dietas, le iría
muy bien, como ya sabemos.

Luego de que Jimmy se independizara, Annie
compartía su vida con su amante Raquel, con quien
conllevara sus negocios por
una veintena de años.

Era feliz…

Retornando de un viaje a Europa para
celebrar el aniversario de su relación con la
compañera, a Raquel, se le descubrió una malignidad
del colon que resultó en una colostomía con la
apertura quirúrgica de un ano artificial permanente. Lo
que, sin duda, produjo una lesión emocional, de
índole narcisista, en ambas mujeres…

Ambas señoras frisaban en los
cincuenta años de edad, y las dos habían tenido
problemas de
adicción a las drogas. De
hecho, ellas se conocieron cuando se encontraran en los Estados Unidos,
internadas en un famoso centro de tratamiento. Hoy,
considerándose recuperadas, dejarían de participar
en toda actividad de soporte de grupo.

Estas mujeres inteligentes creían
que el concepto de estar
"en recuperación" por toda una vida — como AA y sus
clones pontifican — era una falacia que a todos no aplicaba, y,
mucho menos, a ellas.

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Evelyn Pickering De Morgan Lux in
Tenebris

¿Qué
sucedió?

Quizás muchos considerarían
que lo que a las compañeras, y aún a Sussie,
sucediera, sería una expresión de algún
estrés
post-traumático. Pero, lo cierto fue que, siguiendo la
operación, ambas mujeres sufrieron
síntomas de severa depresión.

Las dos fueron evaluadas por diferentes
terapeutas médicos, requiriendo que tomaran medicinas para
sus estados de ánimo. Pero, tomar drogas,
mientras que se les prometiera que, con el paso del tiempo y con
el uso de las medicaciones, todo en sus vidas retornaría a
la normalidad muy prontamente, era algo que estas mujeres
rehusaban creer. Pero, a regañadientes, lo
hicieron.

Quizás fuera una transferencia
negativa la causa de esta resistencia a la
terapia por parte de las dos amigas…

Raquel fue quien recordara que, fuera a
ella, a quien el médico, dijera: "esta píldora te
va a hacer feliz".

Pero, como así no sucediera — ya
que la depresión no había mejorado en ninguna de
las dos — cesaron de tomar las medicaciones recetadas, pero,
haciéndolo de modo abrupto, lo que resultaría en
algunos síntomas, de cesación, muy
molestos.

Fue entonces cuando comenzaron a usar el
alcohol y
otras sustancias para poder
ajustarse a su dolor.

Cuando realizaron que ambas habían
recaído en sus dependencias, decidieron viajar juntas a
otro programa de
rehabilitación, esta vez en la América
Central.

Pasaron varios meses en Costa
Rica.

Retornando a su país, "ya limpias",
las dos amantes todavía se sentían deprimidas.
Pero, cuando, otra vez, les hicieran la oferta del uso
de medicamentos antidepresivos para el alivio de sus
síntomas, una y otra rehusarían con vehemencia
firme, diciendo: "Píldoras, ¿para qué? Si
nunca nos ayudaron…"

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Evelyn Pickering De Morgan El
Ángel de la Muerte

Nuestra
ponencia

Nuestra tesis de hoy,
es una crítica
acerca del uso erróneo de los antidepresivos para combatir
el duelo normal y de sus consecuencias adversas en tales
circunstancias.

Además y, como parte de este
ejercicio intelectual, con el soporte provisto por las
viñetas clínicas presentadas, introducimos y
examinamos asimismo, algunas de las ideas básicas que
Freud
expresara acerca del mecanismo del duelo normal basado en la
teoría
del psicoanálisis.

Duelo y Melancolía
(Mourning and Melancholia)

Duelo y Melancolía es un
manuscrito que Freud esbozara en el año 1915, pero que no
publicaría hasta dos años más
tarde.

En este breve, pero sustancial documento,
Freud describe la esencia del estado psíquico de la
melancolía, comparándola con el afecto normal del
duelo — distanciándose a la vez, de la perspectiva
teórica que él adoptara en el 1895 y que
compartiera con Fliess en su correspondencia con este fiel
colaborador.

Este nuevo ensayo
representaba, para Freud, una extensión de sus tesis
acerca del tema del narcisismo (1914) que lo impelió a
considerar los aspectos emocionales de las pérdidas muy
íntimas y personales, y de las regresiones
melancólicas, que son sus secuelas, cuando la libido se
retrae del objeto querido y se torna hacia el ego,
identificándose y fundiéndose con
éste.

La ambivalencia

La defensa de la ambivalencia surge,
aquí, como elemento importante en la melancolía,
cuando ésta resulta de la privación de un ente que
suministraba satisfacción oral (dependencias) provenientes
del objeto ya ido. Amor y odio se
sienten alternativamente hacia la misma persona u objeto
causante del duelo.

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Evelyn Pickering De Morgan El
Valle de los Caídos

De importancia técnica es necesario
aquí expresar que la satisfacción perdida, que del
objeto se derivaba, puede ser simbólica como serían
mermas físicas, o factores de identidad o
prestigio social.

Tenemos que considerar que Freud, cuando
elaborara sus nuevas nociones, estaba sumido en medio del drama
universal de la Primera Guerra
Mundial — con todas sus repercusiones psicológicas
en la mente de este psicoanalista — cuya identidad de
judío, le causara muchos conflictos,
antes y después de las dos conflagraciones mundiales que
viviera.

Otra nueva e importante defensa, como
mecanismo, que sería elaborada por Freud durante este
período, fue la de la identificación. Defensa que,
para su discípulo Abraham, sería conceptualizada
como la incorporación.

El concepto del duelo
"Trauerarbeit"

En su libro
Sobre el Narcisismo (On narcissism) (1914)
Freud resume sus previas ideas acerca del tema del narcisismo
egocéntrico y establece su posición en el desarrollo
sexual. Asimismo, examina los problemas que existen entre el ego
y los objetos externos, instaurando una dicotomía entre
"ego-libido" y "objeto-libido". Pero más importante, para
el futuro del psicoanálisis, sería que Freud
introduce igualmente los conceptos del "ego-ideal", y el de la
agencia estructural del "ego-observante", que siendo
autónomo, el último se relaciona y se asocia con
estos nuevos mecanismos inconscientes.

Freud, de manera similar, soluciona en este
artículo sus controversias con Jung y Adler, ofreciendo su
síntesis y conceptos acerca del narcisismo
como alternativas a la libido no-sexual de Jung, y a la protesta
masculina de Adler.

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Hipnos y Tánatos, detalle de
una urna griega antigua

El
duelo…

La definición propia del duelo, de
acuerdo a Freud, es muy amplia, comprendiendo la reacción
a la pérdida de un ser (o ente) querido, como hemos dicho,
amplificándose simbólicamente a cualquier
pérdida que posea significado personal para la
estabilidad emocional o física de quien la
experimenta.

Esta noción de pérdida, que
se fusiona con el mecanismo del abandono, se sublima como idea
abstracta, pero que aún así — cuando no
está sujeta a ser elaborada más profundamente —
se las compone para establecer en la mente nociones y
perspectivas emocionales de considerable importancia. En este
último sentido, Freud, sobrepasó, en sus
formulaciones, a todos sus contemporáneos y a sus
sucesores, sean éstos Jacques Lacan, Jacques Derrida y
quienes todavía contienden sus hallazgos, preceptos, y
teorías
formuladas.

La "economía" del duelo y la
depresión

Freud enfatizó una definición
económica para el proceso del
duelo (pérdida de interés en
el mundo circundante) y para la percepción
del pesar, mientras que ambos actúan fusionando las
memorias dolorosas. Una actividad, esta última, que no se
relaciona a la atenuación de recuerdos proveniente de la
tendencia al olvido que se asocia con la edad y el pasaje del
tiempo.

Freud inmediatamente advirtió las
similitudes y las diferencias entre estos procesos y la
melancolía. Esta última que se caracteriza por una
reducción infundada de la autoestima.
Acerca de lo último, Freud nos dice: "en el duelo el
mundo se ha empobrecido y se percibe como si fuera un
vacío, mientras que durante el proceso de la
melancolía, es el ego quien se siente de tal
manera
…"

La auto-depreciación melancólica proviene
del objeto amado porque éste ha abandonado a quien de
éste depende. Lo que conduce a un círculo vicioso,
que conlleva a querer identificarse con el objeto que abandona,
y, quien ahora se ama y se odia al mismo tiempo, aunque uno no se
arriesgue a poder admitirlo.

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Evelyn Pickering De Morgan
Ángel atisbando a las almas en el
infierno

La rabia
narcisista

La rabia narcisista, es poderosa, como,
nosotros, antes hemos formulado. Rabia que responde de manera
predecible, cuando la injuria que resulta del abandono al ego, es
profunda.

Pero el ego-observante no puede tolerar la
rabia y la ambivalencia que se sienten hacia un objeto — que
una vez fuese amado y que ahora se ha perdido — dirigiendo los
afectos negativos resultantes hacia el propio ego, lo que explica
los pensamientos e impulsos suicidas que, a menudo, se perciben
en esta etapa.

Para nuestros sistemas
narcisistas, que revisten y dotan de valores
emocionales los objetos que nos acompañan y que nos
rodean, la magnitud de las fuerzas, o catexis que de ellos
proceden, determinan la intensidad del dolor que sus
pérdidas nos causan.

De acuerdo a Freud, el proceso de restaurar
el equilibrio
emocional, luego de una ruptura narcisista, requiere ajustes
psicológicos, que siguen un curso natural e individual en
la vida de la persona doliente — proceso que algunos sugieren
repite el duelo. Entonces, Freud considera el duelo un proceso
natural que debe de ser permitido en su expresión
total.

La importancia del proceso de la
identificación se considera de importancia primordial para
los últimos fines, como Freud elabora más adelante
en Tótem y Tabú (Totem and Taboo)
(1912-13) y en La Psicología de
Grupos y el
Análisis del Ego
(Group Psychology
and the Analysis of the Ego
) (1921).

El Duelo y la Melancolía
completa la trilogía con que Freud sintetizara la causa de
algunas depresiones y las pérdidas narcisistas.

La
tanatología

Pero el duelo, consecuencia de la muerte, es
parte de la tanatología, ciencia en la
que tanto S. Freud como Elisabeth Kübler-Ross estuvieran
interesados.

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Evelyn Pickering De Morgan Amor en
la prisión de los desesperados

El instinto de la
muerte desde el pasado remoto

Desde antes de que el hombre
Neandertal — miembro del género
Homus que existiera hacen entre 600,000 y 350,000
años — empezara a enterrar sus muertos, la idea de ese
"sueño inalterable" lo había fascinado enormemente,
comenzando a intuir que, aunque pareciendo final, tal vez
podría ser revertido. En búsqueda de esa
inmortalidad anhelada nuestros semejantes iban a dedicar sus
energías por milenios. Ya que muchas de nuestras
supersticiones y teosofías derivan de esa
preocupación e idea teleológica que rodea la
explicación última de este fenómeno
inexorable que constituye el acto de morir.

Freud era un hombre
práctico que albergaba muy pocas ilusiones acerca del
decoro de la naturaleza
humana y de los beneficios que derivaban de la
civilización. Después de todo, él
vivió para ser testigo del nazismo que
manipulara las ideas de Charles Darwin y de
Francis Dalton, traducidas por Herbert Spencer, para que algunos
justificaran la llamada "solución final" con la raza
judaica. (Véase: Freud: Un Hombre para todas las
Épocas
).

Aproximando la sexta década de su
vida, él había, por su parte, sido testigo de las
atrocidades morales y deshumanizadoras que se hacían y que
se justificaban usando la máscara de la
civilización.

Fue cuando se preguntaría:
¿Por qué los seres humanos actúan, tan a
menudo, en contra de sus mejores intereses y aún, en
contra del sentido de sobrevivir?

Entonces, movido por sus reflexiones, en el
año 1920 Freud avanzó su teoría del instinto
de la muerte. En ese
entonces, la Primera Guerra Mundial
había terminado, dejando en su estela mucha penuria por
parte de los vencedores y de los vencidos. Padres
quedarían enlutados por la muerte de sus hijos,
innumerables mujeres quedaron viudas, y niños
vivirían en la orfandad.

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Evelyn Pickering De Morgan Puerto,
después de la tormenta

La humanidad misma estaba de
luto…

El drama de esa guerra
había hecho trizas de las fundaciones éticas de la
civilización occidental, con sus tradiciones vetustas y
arraigadas de los conceptos del honor, belleza, gloria,
veracidad, y justicia.

Las secuelas de la brutalidad inhumana de
esa lucha se podían sentir por todas partes.

Las artes y la ciencia se
habían transformado de manera alarmante. Las ciencias
biológicas, afectadas por las teorías de Charles
Darwin, ya habían destacado uno de los aspectos más
sombríos de nuestra naturaleza
humana. Nosotros no éramos nada más que otro simio
con habilidades lingüísticas e instrumentos
más avanzados para el bien y para el
mal
.

¿Dónde estaban, entonces, la
esencia idealizada de la humanidad y sus valores?

Freud adelantó su nueva
teoría en su publicación Más Allá
del Principio del Placer
(Beyond the Pleasure
Principle
) (1919-1920). Hasta entonces, la mayoría de
los filósofos y psicólogos
asumirían que los seres humanos estaban motivados por el
deseo de experimentar el placer y de evitar el dolor — lo que,
no siempre pareciera que fuera el caso.

Algunos de los pacientes de Freud
aparentaban ser masoquistas, seres buscadores del
dolor físico y emocional, lo que resultaba noción
incongruente para él. Mientras más
consideración diera Freud a este rompecabezas, más
nexos descubriría entre el masoquismo, el suicidio, la
guerra, y la inhabilidad de poder amar.

¿Era, que existía, en la
naturaleza humana, algo muy profundo que impulsaba a nuestros
semejantes a abolir el instinto de la auto-preservación
para causarse daño a
sí mismo y a otros?

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En esta antigua escultura griega
se aprecia Tánatos, entre Afrodita y Perséfone, que
compiten por el alma de Adonis.

La vida y la muerte:
Eros y Tánatos

Freud, entonces, llegó a la
conclusión que los seres humanos obedecen, no a uno, sino
a dos instintos. Él llamó al instinto que
favorece la vida, Eros — por la palabra griega por
"amor"; y el que favorece la muerte, Tánatos por
la palabra griega que significa "muerte".

Era muy característico de Freud
hacer uso de la mitología y literatura griegas para
apuntalar sus ideas, como también hiciera uso de las
ciencias biomédicas y de la física para lograr el
mismo objetivo.
Basado en sus ideas, él sugirió que todas las
criaturas vivientes están dotadas con un instinto o
pulsión para retornar al estado inorgánico de donde
provienen — Como Adán escuchara de labios del mismo
Dios: Génesis 3:19 "Con el sudor de tu rostro
comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de
éste fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo
regresarás
".

Este todtriebe, o pulsión
hacia la muerte, Freud creyó que fuese activo, no
sólo en la mente de toda criatura viviente, sino que
asimismo lo estaría en toda célula de
todo organismo. Él enfatizó que los procesos
metabólicos que son activos en toda
las células
poseen ambas, propiedades constructivas (anabólicas) y
destructivas (catabólicas). La vida progresa, porque ambos
procesos trabajan en conjunto — opuestos en fines, pero no
adversarios.

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Edvard Munch Desnudo
llorando

Freud, entonces, propuso, que nuestra
especie, en particular, funciona mejor cuando existe un balance
entre la búsqueda de experiencias placenteras y la
ejercitación de afectos negativos, cuando éstos nos
facilitan defender nuestros intereses, con la demostración
de sentimientos de agresión, rencor y rabia, cuando
sufrimos pérdidas narcisistas.

Freud anticipó la fusión
de ambas tendencias, cuando ocurre en el amor y en
la satisfacción de otros placeres, cuyos derroteros pueden
ser lesivos.

Freud y Einstein, especularon que las
guerras
estallan cuando la sociedad o sus líderes han desplazado
sus conflictos
neuróticos al escenario público.La "muerte" del
instinto de la muerte

Aunque el concepto del instinto de la
muerte haya, por su parte, sufrido una muerte, para muchos
prematura, la evidencia de que existen conexiones entre la
sexualidad y
la destructividad es muy amplia para ser ignorada. Por ejemplo,
en casos cuando algunas personas sacrifican su vida por una causa
en la que creen.

Kübler-Ross

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Evelyn Pickering De Morgan S. O.
S.

Elisabeth Kübler-Ross y sus cinco
etapas del duelo se han estudiado ampliamente y hoy se consideran
parte del currículo de muchas instituciones
que entrenan profesionales para asistir en el acto de morir a
pacientes terminales, como su manuscrito famoso
especifica.

Concluyendo

Para finalizar con el propósito de
esta tesis, proponemos en seguida considerar la vida de un hombre
ilustre y literato excepcional, cuya vida fuera muy breve. Se
trata de W. G. Sebald.

W. G. (Winfred Georg) Maximilian Sebald
(1944 – 2001) fue un escritor y académico
alemán quien, cuando muriera, en un accidente
automovilístico a la edad de 57 años, se mencionaba
como candidato para el Premio Nobel en literatura.

Sus producciones intelectuales
se consideran importantísimas, porque en ellas el autor
traduce la agonía de Alemania y de
los alemanes durante la Segunda Guerra
Mundial, como lo caracteriza el término
Vergangenheitsbewältigung que significa
"haciendo paz con nuestro pasado" (véase mi
artículo al respecto).

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Influido por las obras de Jorge Luis
Borjes, Susan Sontag y muchos otros autores
contemporáneos, Sebald se ocupó en tratar de
reconciliar el tema de la memoria,
personal y colectiva, con el trauma del nazismo, durante la
Segunda Guerra
Mundial, producido en los alemanes quienes vivieran durante
ese período nefasto, y en el impacto moral del
holocausto.

Para este autor, la vida y la muerte,
forman un continuo sin fin, y que, aunque sus efectos en el
pensamiento humano poseen el aspecto de un duelo, Sebald se las
arregla, para enseñarnos que el dolor de nuestras
pérdidas es asunto ineluctable y, que no es saludable
mitigarlo. Como antes nos lo demostrara, antes de confrontar su
propia muerte, por cáncer, la autora Susan Sontag, a
quienes debemos tales contribuciones como la famosa, Illness
as Metaphor
.

Sebald, como Freud hizo antes que
éste lo hiciera, nos alienta a que percibamos el dolor de
lo perdido en lugar de utilizar la anestesia de métodos
que nos disminuyen los afectos asociados.

Pintar a Guernica, como sublimación
artística es de importancia, pero embotar el dolor de la
pérdida, carece de justificación moral. Por ello es
que, recetar antidepresivos para lograrlo, carece de racional
técnica, aunque lo decreten los tocayos de los gobernantes
romanos.

En
resumen

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Amor
imperecedero…

Nacer y morir son partes integrales de
nuestras existencias. El placer, y el dolor de la pérdida
de un ser querido son polos opuestos de un continuo emocional
ininterrumpido. La partida de quienes amamos se experimenta de
manera individual, y no sigue patrones preestablecidos y
artificiosamente programados, por esa razón, en esta
ponencia soslayamos las enseñanzas de
Kübler-Ross.

Para el psicoanálisis freudiano, el
proceso del duelo es uno que afecta la integridad y el balance de
toda la economía psíquica.

Es un proceso durante el cual se
redistribuyen las energías que se habían asignado
como catexis — o vectores de
fuerzas emocionales — a las cualidades de la persona partida.
Como resultado, afectos dispares se despiertan: amor, odio,
rabia, remordimiento, rencor y culpa, los que irrumpen en la
escena de la vida del doliente con todas sus repercusiones
dolorosas y deprimentes.

Cuando la ambivalencia reina y el temor a
la percepción del odio, tal vez justificado, por la
persona partida, que nos "abandona", nos domina es tiempo para
reflexionar y para solicitar la ayuda de personas que puedan
resonar, no sólo con el dolor, sino con la
confusión que nos sitia.

Pensar, como tantos pretenden hacerlo, que
el duelo, que sigue la muerte de un ser amado, es un afecto
sintomático que hay que curar, es como si fuera decir, que
el hambre hay que satisfacerla con comidas que no alimentan, pero
que proporcionan alivio o placer, y nada más.

Recetar un fármaco para resolver el
duelo, es como hacer una cesárea (César retorna)
para evitar el dolor del parto normal
con todas sus emociones
características, y necesarias, asociadas. (Véase
La Oxitocina, la hormona del "amor").

Tenemos que entender que, el dolor es parte
de la vida y que la vida es preludio de la muerte.

Ni más, ni menos…

Es éste nuestro mensaje para esta
Semana Santa
del 2009. Pero, antes de partir, repetiremos lo que las
escrituras nos enseñan:

Hay un tiempo para todo, y una
temporada para cada actividad bajo el cielo… un tiempo para
llorar y tiempo de reír, tiempo de lamentar y tiempo de
bailar…
Eclesiastés 3:1,4.

Fin de la lección. Cuaresma del
año 2009.

Nota:

En esta lección ofrecemos palabras
de agradecimiento, por sus aportes y consejos, al amigo y colega,
Profesor
Zbigniew Pleszewski de la Universidad de
McGill en Montreal. Editor del libro Psychology in Historical
Perspective
.

Apéndice:

En este espacio conmemoramos la
Sinfonía No. 3 de Henryk Gorecki, compuesta en el 1976, y,
conocida como la Sinfonía de las Lamentaciones
(en el idioma polaco, Symfonia piesni zalosnych) la cual
representa el sollozo de una madre por su hijo desaparecido
durante la insurrección del 1919 en Silesia.

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Gallen Kallela Leminkainens La
Maternidad y la Guerra

El tema central, es por tanto, el dolor de
la maternidad y la separación de los seres queridos, por
culpa de la guerra y de la muerte…

Nota bene

A propósito, el Profesor Zbigniew
Pleszewski y su esposa, la filóloga Krystina Pleszweska,
son ambos de origen polaco.

Bibliografía

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Autor:

Dr. Félix E. F.
Larocca

Partes: 1, 2
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